El topper ha revolucionado el descanso. Por un hotel pasan multitud de huéspedes, de distintas complexiones y pesos, que pueden hacer mella en un colchón, aunque sus cualidades sean inmejorables.
La cama de un hotel se caracteriza, además de por la calidad de los textiles, por el confort con el que se descanse. Esto hace que el establecimiento sea recordado de mejor o peor manera, por lo que la superficie donde se apoya la espalda para dormir resulta fundamental.
Por ello, el topper es la pareja ideal del colchón, ya que sus ventajas y prestaciones le han convertido en un producto indispensable en un hotel.
Un colchón muy duro no se adapta a las curvas del cuerpo de una persona y uno muy blando las hunde, arqueando así la espalda, por lo que resulta difícil conseguir un colchón a gusto de todo el mundo en los hoteles. En este sentido, los toppers ayudan a adaptar la fisionomía de cada persona con la firmeza justa, de manera que el descanso mejora considerablemente.
También hay que tener en cuenta que el colchón no se lava, por lo que el topper lo protege, alargando su vida útil y mejorando su calidad, ya esté nuevo o usado. De esta manera, existe un mayor nivel de higiene, pues la mayoría de los toppers son lavables, y supone un importante ahorro económico.
El matrimonio perfecto entre colchón y topper se encuentra también en una característica que todo el mundo destaca: parece que se duerma en una nube. Como el topper es un sobrecolchón, la cama queda más mullida, da sensación de estabilidad, y se consigue una perfecta adaptación de la curvatura de la espalda. Por eso, ayuda a evitar dolores y lesiones de espalda por las malas posturas y logra un descanso realmente placentero.