Según informa el grupo bodeguero, las fincas de Beronia Rueda poseen unas "características agronómicas diferentes que garantizan una gran variabilidad enológica".
La Finca El Torreón, con un suelo con mucho aluvión del Duero y betas de caliza, aportará mineralidad al vino. Por su parte, La Finca La Perdiz, donde está situada la bodega, cuenta con 25 hectáreas de las cuales 5,5 están formadas con los sistemas de conducción Espaldera convencional, Sprawl en Y y Ejes Verticales.
"Esta disposición, que favorece al viñedo de diferentes formas, da como resultado vinos de alta expresión elaborados a partir de ensamblajes únicos", señalan desde González Byass.
La última tecnología enológica para un vino singular
La bodega, con una instalación dotada con la última tecnología, combina la presencia de depósitos de acero inoxidable y de hormigón en forma de tulipa, dos materiales nobles empleados para la fermentación de Beronia Verdejo Rueda. El acero inoxidable otorga a este vino frescura y los depósitos de hormigón, al propiciar un mayor contacto con las lías, calidez.
Estos procesos se complementan con la aplicación de técnicas innovadoras, como las maceraciones peliculares y los trabajos con lías, que contribuyen a la obtención de vinos complejos y singulares.
Primera cosecha: Beronia Rueda 2017
Beronia Rueda es el resultado de dos elaboraciones distintas, con uvas de la misma viña, procedentes de dos vendimias: una más temprana y otra tardía.
El fruto de este peculiar proceso de elaboración, que busca una explosión de aromas así como una mayor concentración y complejidad en boca, es un vino de color amarillo pálido con matices verdosos.
De gran intensidad aromática, posee notas cítricas y de fruta blanca, así como aromas herbáceos.
En boca es fresco, sabroso y elegante con un suave toque de amargor final, característico de la variedad verdejo.
Un diseño de las instalaciones sostenible
El arquitecto Gonzalo Tello ha creado para esta bodega un diseño que respeta el medio ambiente. Sus gruesos muros de hormigón y el semienterramiento de la zona de elaboración, a menos de cinco metros, provoca una baja inercia térmica entre el exterior y el interior de la bodega, asegurando una temperatura constante muy valiosa en el almacenamiento y conservación de los vinos blancos.
La disposición de la bodega permite, también, el aprovechamiento de luz natural a través de grandes ventanales y posee un sistema de iluminación led y sensores, que gradúan la intensidad de la luz según la luminosidad. Además, cuenta con una caldera de biomasa, donde se llevan todos los restos de la poda para generar agua caliente y calefacción.
Todas las aguas fluviales se recogen en un aljibe y se destinan para alimentar la fuente decorativa de la entrada de la bodega y regar el pavicésped, entre otros usos. Asimismo, parte del riego del viñedo está enterrado, consiguiendo de esta forma mayor eficiencia en este proceso.