Este estudio, que analiza el impacto de los partidos jugados en martes o miércoles en el mes de febrero, como la ida y vuelta copera del clásico entre Barcelona y Real Madrid y la ida de los octavos de final de la Champions League en la que estuvieron inmersos el club culé y el merengue más el Atlético de Madrid, concluye que los bares que los emitieron vieron crecer sus ventas un 99% entre las ocho de la tarde y las doce de la noche con respecto a ese mismo período en un día de diario sin fútbol.
Y es que el partido en el bar se juega a lo largo de cuatro horas. Hay un “calentamiento” inicial, entre las 20 horas y las 21 horas, de aficionados que consumen la primera, aunque es un momento que se mezcla con el afterwork. En este prepartido en el bar, las ventas aumentaron un 35%.
Ya durante el transcurso del partido, una vez los equipos saltan al campo y hasta el pitido final, las ventas crecieron un 107%, pero donde es más notable es en el pospartido, cuando crecen un 146%. Y es que si lo habitual es que pasadas las once de la noche uno ya esté de vuelta en casa, con el fútbol se extiende el momento de consumo, sobre todo si el resultado es del gusto del consumidor.
En cuanto a lo que más se pide en el bar con el fútbol, dos de cada tres euros son de la cerveza, que aumenta en seis puntos su cuota de gasto en esas horas respecto a días sin fútbol. En cambio, el vino y los espirituosos retroceden en consumo.
Según Jaime Lecuona, Business Leader de Nielsen Horeca Digital LAB, “que se consume más en un bar con el fútbol es obvio, pero hasta ahora se desconocía que pasa exactamente durante el partido en el bar y cómo impacta en este negocio el emitirlo o no. El bar que pone otro canal no ve duplicar su negocio un martes o miércoles de ocho de la tarde a doce de la noche. Ahora sabemos qué se pierde y qué debería potenciar para atraer clientes en esos días valle de consumo”.