Estas nuevas figuras aumentan la visibilidad de unidades geográficas de menor tamaño, precisando y certificando, en la propia etiqueta, el origen concreto de los vinos.
El presidente de la DOCa Rioja, Fernando Salamero, asegura que los cambios en el etiquetado son, "sin duda, unos de los grandes proyectos que hemos afrontado en los últimos años y del que estamos muy orgullosos. Rioja, inmersa en un proceso de mejora continua, sigue enriqueciendo su actual abanico y continúa demostrando ser una marca vibrante y dinámica que se adapta al paso del tiempo y a las tendencias actuales, persiguiendo siempre la satisfacción del consumidor sin perder nunca la autenticidad de sus raíces, lo que realmente nos hace únicos”.
El objeto de este control es garantizar la máxima calidad de los vinos, exigencia a la que Rioja acostumbra desde sus inicios en 1925, al tratarse de la Denominación más antigua de España y la primera en recibir el rango de ‘Calificada’, siendo una de las regiones vitivinícolas líderes tanto en el mercado nacional como internacional, gracias a las garantías que ofrece en calidad y autenticidad de sus vinos.