Con una privilegiada ubicación, a pocos metros de la playa del Somorrostro en la Vila Olímpica, junto a la Barceloneta y a pocos minutos a pie del centro histórico del Barrio Gótico, el hotel Sofitel Barcelona, primero de la marca del Grupo Accor en España, está llamado a ser el nuevo buque insignia de la cadena en el sur de Europa.
"Estamos muy contentos de asociarnos con Propreal para este desarrollo emblemático. Para mí, este hotel de 5 estrellas es el sincretismo de las culturas parisina y barcelonesa por su diseño, su cultura de servicio y experiencia gastronómica", declara Maud Bailly, CEO de Accor en Europa del Sur.
Propreal adquirió la propiedad para los inversores del grupo hotelero logrando incrementar su valor mediante un diseño de vanguardia y la actualización de su oferta gastronómica. La sofisticación, la elegancia y el toque francés se muestran en las 225 habitaciones que evocan a un apartamento parisino en el corazón del mediterráneo.
En lo que respecta a sostenibilidad, el edificio se ha remodelado con un cuidado sistema de eficiencia que incorpora detectores de presencia y control automático de temperatura y climatización. Se han instalado 82 paneles solares que abastecen de energía el hotel. Además, el jardín vertical de la fachada cuenta con un sistema de riego responsable controlado por ordenador para evitar el desperdicio de agua. Las piscinas han incorporado un sistema de electrolisis salina que evita el uso de cloro.
La eliminación del plástico de un único uso, la incorporación de los nuevos dry amenities responsables (sin plástico) y dispensadores de la marca Diptyque son una aportación más a conseguir al máximo el Zero Waste al que hay que sumar el abastecimiento de los minibares de las habitaciones con agua en vidrio y cervezas locales de la marca Complot de Estrella Damm de Barcelona, que destina parte de los beneficios a proyectos de cuidado del mar.
En su oferta gastronómica se emplean 100% productos locales en sus 3 restaurantes, donde destaca la propuesta del chef catalán David Andrés (1987), poseedor de una estrella Michelin, que firma la carta de Tendiez.
El hotel también cuenta con el programa de lucha contra el desperdicio de alimentos de Accor e incorporará tabletas Winnow, que le permitirá llevar un control y medición exhaustivos de los productos y cantidades necesarias para evitar el despilfarro. Aun así, el hotel ha previsto la donación de platos a asociaciones locales como Rottary (50 platos todos los viernes).
El hotel alberga también espacios de trabajo donde llevar a cabo los reconocidos Magnifique Meetings con 9 salas de reuniones, que en total suman 845 m² convirtiendo el hotel el nuevo referente en Barcelonar para convenciones, eventos y reuniones.
Detalles del interiorismo
Obra del estudio de arquitectura Factoria Uda, la decoración armoniza el azul mediterráneo característico de Barcelona y el blanco de los edificios parisinos. Destaca el uso de materiales naturales como la madera de roble colocado en espica en los suelos y los baños en blanco y negro. Estos elementos típicamente de París danzan con otrosde la Ciudad Condal como los “Panots”, los famosos hexágonos creados por Antonio Gaudí para el suelo del Paseo de Gracia y que están presentes en el cabecero de la cama.
Esta no es la única obra de arte que se puede apreciar en el hotel, los artistas catalanes Ya ya Tur y Mario Ruiz han sido los encargados de convertir las estancias y los pasillos en auténticas galerías de arte. En las habitaciones Ruiz ha utilizado elementos reciclados de automóviles para crear piezas escultóricas y Ya Ya Tur ha situado en las paredes de los pasillos obras pintadas exclusivamente para el hotel que se re-enmarcan con las molduras de madera lacadas en blanco.
La luz del mediterráneo entra por los grandes ventanales que muestran paisajes urbanos, la piscina que conduce a la playa y el mar, un centelleante telón de fondo, pinceladas de azul que se plasman en el marino de la decoración. Elementos como los grandes espejos biselados o los azulejos en el baño, dan a la decoración un toque retro, combinando la sofisticación francesa con el espíritu de una Barcelona lúdica para llevar a los huéspedes a una época glamurosa en la que viajar era el máximo lujo.
Los espacios exteriores están delimitados con jardineras hechas en exclusiva para el hotel por artesanos de la Bisbal del Empordà, ciudad catalana con fama mundial por su artesanía en cerámica y barro.