Se trata de un 100% tempranillo elaborado a partir de uvas ecológicas que no contiene sulfitos, el principal conservante del vino. La bodega vallisoletana ha conseguido esto fruto de un proyecto de investigación de tres años de su departamento de I+D+I , que ha centrado sus esfuerzos “en inhibir el crecimiento de la microbiología indeseable a través de la lucha biológica con el empleo de herramientas naturales”.
En esos últimos tres ejercicios, la bodega ha invertido cerca de un millón de euros en investigación, desarrollo e innovación, que desarrolla su labor junto a otras entidades y universidades. Algunas otras labores que ha realizado Bodegas Emilio Moro han sido adaptar sus instalaciones y visitas de enoturismo a personas con movilidad reducida o incorporar lectura en braille en las etiquetas de sus vinos.