Los fundadores de Cuick, Gastón Chritin y Albert Camprubí, crearon sus bases de cocina Cuick a partir de una idea que Carme Ruscalleda menció en una entrevista, en la que aseguraba que siempre tiene una base de cebolla y tomate confitado en el congelador para cocinar un arroz en 20 minutos. Sus palabras inspiraron el modelo de negocio: elaborar "bases de cocina premium", como las haría un chef, para ahorrar tiempo a cocineros profesionales o amateurs.
Para empezar, seleccionaron productos frescos de proximidad: cebolla de la variedad Figueras (más dulce), tomate pera del Maresme (más carnoso) en su punto óptimo de maduración y aceite de oliva virgen extra 100% arbequina de Margalef de Montsant (El Priorat). Para las picadas, frutos secos de la máxima calidad: almendras y avellanas de productores locales que se torrefactan en horno de leña y piñones d’ El Montseny. Y el ingrediente clave: tiempo. Sus sofritos hacen chup chup entre 5 y 8 horas.
Cuick elabora 5 tipos diferentes de sofrito para adaptarse a todos los gustos y necesidades. Conscientes de que cada cocinero quiere darle su toque personal, elabora sofritos ´personalizados´ para el sector de la hostelería. Así, se adaptan al gusto del chef, que puede decidir la selección y proporción de ingredientes, el tipo de corte, el tiempo de cocción, etc.
Las bases de Cuick están pensadas para cocinar infinidad de platos: desde un ‘suquet de peix’ a unos callos madrileños pasando por un buen guiso tradicional, como un fricandó o unas albóndigas. Y, evidentemente, son excelentes para arroces y fideuás.