Situado a 720 metros al pie de los Montes Aquilianos, en el Sureste de la Región Berciana, por el viñedo en el que se recoge la godello con la que se hace el nuevo blanco de Bodegas Pittacum transcurría el conocido como camino de los arrieros maragatos. Y aquí empieza la historia de este vino, que recupera la memoria de los comerciantes que seguían esta ruta para transportar productos del Bierzo hacia Galicia y viceversa.
Pero también la sostenibilidad es una de las características principales de la creación de La Maragata, a través de la recuperación de parcelas que, aunque con excelentes aptitudes vitivinícolas, por estar situadas en cotas altas próximas a las montañas, se consideraban poco adecuadas para lograr una correcta maduración de la uva.
En la parcela La Maragata, la influencia climática de los Montes Aquilianos, cuyas cumbres superan los 2.100 metros, permite ralentizar la maduración en un escenario más favorable de temperaturas frescas. Los suelos son profundos, de fertilidad media y buena capacidad para retener agua, facilitando la penetración del sistema radicular de las cepas.
“Su clima más frío y la mayor amplitud térmica contribuyen a potenciar los niveles adecuados de todos los componentes necesarios para una madurez de alta calidad, dotando a los vinos de más longevidad y con posibilidades de desarrollar complejidad”, explica Alfredo Marqués, director enológico de Bodegas Pittacum.
Elaboración y crianza
Las uvas godello se cosechan con un nivel de maduración avanzado favoreciendo los aromas varietales y la concentración de azúcares. En la bodega se prensan despalilladas sin apenas maceración con las pieles. El mostro limpio fermenta en madera a una temperatura entre 20 y 22º en barricas de roble nuevas. Durante los primeros meses de crianza, que se extiende durante 1 año, las lías se ponen en suspensión cada 15 días.
Cata de La Maragata 2018
En nariz asoman los cítricos, también la avellana tostada que muestra la crianza en barrica. En cuanto respira un poco en copa, aumenta su intensidad, afloran frutas maduras, melocotón, orejones, piña y los matices de madera se atenúan hasta ocultarse tras la fruta.
En boca es único, pura untuosidad y sedosidad, fluye hasta el final con volumen y estructura. Ordenado en todo su recorrido, el balance aroma, dulzor y acidez, causa una sensación muy placentera.
Concluye con una agradable acidez, que persiste y se acentúa según se va atemperando en la copa, brindando una sensación fresca.