La cerveza fue la primera bebida que se envasó en lata en el mundo. La primera marca que apostó por este envase fue Krueger, una pequeña cervecera americana en 1935. En España, la primera lata llegó de Cervezas Cruz Blanca (Girona) en el año 1966, con el lanzamiento de una nueva marca llamada “Skol International Lager”.
La anilla de la lata de aluminio se lanzó en 1988 con el objetivo de facilitar el reciclaje al convertirse en un envase monomaterial. Anteriormente la anilla era extraíble y no permanecía fija en la tapa.
La innovación y la tecnología en la producción de latas de bebidas ha sido constante a lo largo de la historia. Las primeras latas de bebidas pesaban más de 100 gramos, en la actualidad su peso se ha reducido hasta alcanzar los 13 gramos, convirtiéndose en un envase fácil de transportar.
A pesar de ser un producto cuya lámina de aluminio es más final que la de un cabello humano, las latas de aluminio son capaces de soportar una presión superior a la de un neumático de vehículo.
Otros hitos a destacar de este formato es la primera lata con tapón de corona, que acabó evolucionando en un envase formado por dos piezas, ahorrando muchos costes de producción y energía.
“Desde Ball, apostamos por la innovación para seguir haciendo de la lata de aluminio el envase más sostenible sin dejar de multiplicar las opciones para las marcas de bebida. Además, la lata de aluminio cuenta con multitud de posibilidades en su personalización gracias a los avances de la impresión láser”, declara Myriam Galmés, Directora Comercial de Ball para Europa del Sur.
Una bebida envasada en lata de aluminio desde hace décadas
Además de actuar de barrera contra la luz, y contribuir a enfrian la bebida y mantenerla fresca más tiempo, la lata de aluminio mantiene mejor las propiedades de la bebida en su interior, lo que ayuda a los cerveceros a disfrutar los matices y sabores de todos los tipos de cerveza, desde la tradicional lager Pilsen, hasta las cervezas de alta fermentación como las IPA, ale o negras.
Todo ello en un envase que puede reciclarse infinitamente sin perder calidad en el proceso y con independencia de su tamaño, diseño o color.