La consultora danesa Ramboll ha comparado, a lo largo de un año, el uso de envases en restaurantes de comida rápida de toda Europa. Cajas, platos, cubiertos, vasos y todos los envases utilizados para consumir los alimentos en el propio establecimiento. Por un lado, tenemos negocios que usan envases reutilizables, de plástico, cerámica, vidrio y metal, y por otro, negocios que usan envases de un solo uso de papel y cartón.
El primer dato que se ha tenido en cuenta para saber el impacto ambiental de unos y otros es el del tratamiento que se le da a cada uno de los envases durante su uso. En el caso de los desechables de papel y cartón, el proceso es el siguiente: una vez utilizados, los envases se depositan en contenedores para su posterior reciclaje. Por el contrario, en el caso de los envases reutilizables, se recogen y se procede a su lavado. Y ese es el primero de los problemas. El agua necesaria para la limpieza, la energía consumida, la utilización de jabones, el aclarado y el secado de toda la vajilla, suponen unas emisiones de CO2 a la atmosfera que ascienden a más de 20 toneladas métricas. El considerable gasto de agua potable, además, va en detrimento de la sostenibilidad, en un momento en que la escasez de agua es el caballo de batalla de las políticas medioambientales.
En segundo lugar, se ha comparado el proceso de fabricación de ambos grupos de envases. Para fabricar los de papel y cartón, usados durante ese año, se calcula que se emitieron 13,5 toneladas métricas de CO2 a la atmósfera. Para fabricar los de plástico, cerámica, vidrio y metal la cifra es de 3,5 toneladas métricas. Pero la diferencia es que, mientras que para fabricar los envases reutilizables se ha requerido el uso de combustibles fósiles, metales y arena, todos ellos recursos naturales no renovables, para fabricar los envases de papel y cartón se ha utilizado una fuente renovable, como es la madera, procedente en su práctica totalidad de bosques sostenibles. Bosques gestionados de forma responsable para garantizar su reforestación.
Por último, se ha tenido en cuenta también que, al final de su vida útil, los envases de papel y cartón en su mayoría se reciclan para convertirlos en nuevos envases, lo que contribuye a la economía circular. Eso también supone un ahorro importante en emisiones de CO2. Los envases reutilizables, en cambio, son de materiales difíciles de reciclar, como la cerámica, el vidrio o el plástico. Algunos, incluso, imposibles de reciclar y que acaban acumulados en vertederos o en nuestros mares.
Verificación de los datos
El estudio ha sido evaluado de forma independiente por la entidad certificadora alemana TÜV (Technischer Überwachungsverein), para verificar que las pruebas realizadas son significativas y comprobables. De hecho, es el estudio más exhaustivo que se ha realizado hasta la fecha sobre esta materia y en él se destacan otros aspectos relevantes, que también decantan la balanza a favor de los envases de un solo uso.
Por ejemplo, que las fibras de papel pueden ser recicladas hasta 7 veces de media. Que en Europa, los envases de papel y cartón son los más reciclados, con una tasa del 85,6%. Y que la fabricación de envases de papel y cartón reducen 1,7 veces la acidificación terrestre respecto a la fabricación de envases reutilizables. Las emisiones a la atmosfera de sustancias acidificantes, como el dióxido de azufre o el óxido de nitrógeno, provienen principalmente de la quema de combustibles fósiles que se utilizan para la fabricación de envases de plástico. Estas substancias químicas acaban afectando al suelo y al agua superficial, deteriorando los ecosistemas y favoreciendo el efecto invernadero.
Los datos convierten una creencia popular en un mito y no dejan lugar a dudas sobre cuál es la opción más sostenible. Según el estudio, los envases de un solo uso emiten 2,8 veces menos CO2, consumen 3,4 veces menos agua dulce, agotan 3,4 veces menos los combustibles fósiles y producen 2,2 veces menos partículas finas a la atmosfera. Unos datos más que suficientes para decantarse por el uso de envases de un solo uso en hostelería. Unos productos que, además, son más higiénicos y están fabricados en Europa.