El sector de los alimentos y bebidas de calidad está en uno de sus mejores momentos de los últimos años; crecen las empresas dedicadas a este tipo de productos y crecen también aquellas que, sin estar especializadas en elaboraciones gourmet, lanzan líneas de alta gama.
Este auge y expansión se refleja, por supuesto, en el Salón Gourmets, termómetro del sector que en su próxima edición casi duplica el área de exposición. Por extraño que pueda parecer, en un momento que en los costes de producción se han encarecido y, por tanto, ha aumentado el precio final que debe pagar el consumidor de calidad; varios son los motivos que explican la mencionada expansión.
Al igual que ocurre en algunos mercados, es difícil identificar si fue la demanda la que condicionó la oferta o viceversa, pero la realidad es que ambas parecen caminar paralelas. Por una parte, es encomiable el esfuerzo de los elaboradores por desarrollar productos con altos niveles de calidad, esfuerzo que se refleja no sólo en el sabor, que es el objetivo último de su actividad, sino también en los procedimientos; más sostenibles a nivel medio ambiental y socialmente más responsables, reconociendo y premiando la labor de todos los profesionales involucrados en el proceso.
Observamos con satisfacción cómo cada año se lanzan nuevos productos dirigidos al canal horeca que potencian e inspiran el desarrollo de la gastronomía –sector también en auge–, así como nuevos modelos de packaging dirigidos al consumidor final que reflejan una sociedad cada vez más diversa en lo que a estilo de vida se refiere.
Detrás de estos esfuerzos hay una cantidad ingente de inversión por parte de las empresas productoras en I+D+i que se ha multiplicado durante y después de la pandemia. Dado que el sector de la alimentación no se detuvo, pero sí todas aquellas líneas dirigidas a la hostelería, se dieron las circunstancias idóneas para que las empresas se plantearan nuevos objetivos y buscaran la manera de fortalecerse, realizando una apuesta a futuro por la calidad como fin último que está dando resultados más que positivos.
Por otra parte, el nicho de mercado del consumidor de alimentos y bebidas de calidad también está creciendo gracias a un público cada vez más informado y exigente que busca regularidad, marcas en las que confiar, productos tradicionales elaborados con profesionalidad y dedicación, pero que también está abierto a nuevas creaciones y sabores que le puedan sorprender. Se podría afirmar que nunca antes hemos tenido una oferta tan amplia de alimentos y bebidas de calidad no sólo en cantidad, sino también en la variedad de productos que, una vez más, reflejan la diversidad y necesidades de la sociedad.
Se puede concluir que éste es un sector que ha sabido adaptarse tanto a las circunstancias económicas como a los cambios sociales, aprovechando las oportunidades que generan los momentos de crisis y escuchando las necesidades y también, cómo no, anhelos de los consumidores, para elaborar productos cada vez más completos, más sostenibles y, por supuesto, más gourmet.