Capsa Food ha invertido por medio de Capsa Vida en Naria, herramienta que posibilita frenar el desperdicio alimentario y que además es capaz de transformar este potencial desperdicio en un recurso alimentario para quienes más lo necesitan.
En concreto, la plataforma naria (cuyas siglas coresponden Nadie Sin Su Ración Diaria), mediante un sistema de digitalización de los productos cortos de fecha, lleva los mismos a donaciones de alimentos favoreciendo la inclusión social de las personas que sufren la necesidad de recibir la ayuda alimentaria.
Desde la compañía, se está llevando a cabo una prueba de concepto con naria que busca gestionar de manera más eficiente productos cortos de fecha industriales. Lo que se pretende por tanto es ponerlos a disposición de aquellas organizaciones capaces de hacer llegar estos alimentos a las personas que lo necesiten "dentro de un entorno digital ágil, confiable para todas las partes y transparente que nos permite hacer seguimiento con todas nuestras acciones", explican.
"Llevamos cuatro años trabajando en la digitalización del tercer sector para que los alimentos en buen estado puedan llegar a las familias que más lo necesitan. Nuestro propósito es poder mejorar la vida de las personas en situación de inseguridad alimentaria mediante nuestra tecnología", explica Kilian Zaragozá, CEO de Naria.
Tal y como destaca Rubén Hidalgo, director de Corporate Venturing de Capsa Food, "Si se aprovechase la comida que acaba siendo desperdicio alimentario, se podría solucionar prácticamente el problema de personas sin suficientes recursos alimentarios".
Este proyecto de innovación social de naria, se suma a otras iniciativas como el Proyecto Biofactoría, que busca el mejor aprovechamiento de estos residuos agroalimentarios o el Proyecto BioFab, en colaboración con la start up Entomo, que a través de un proceso de bioconversión basado en insectos logra la conversión de subproductos en materias primas de origen renovable para alimentar suelos y animales.
El desperdicio de alimentos en España
Según el último informe publicado por la fundación PWC, en España, según los datos que maneja el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, se estima un desperdicio alimentario total de 7,7 millones de toneladas al año, equivalente a una media de 163 Kg anuales por persona.
Además de las pérdidas económicas y alimentarias, el desperdicio alimentario conlleva un impacto medioambiental, tanto en huella de carbono como en desperdicio hídrico, y representando en España, aproximadamente, 47,4 millones de toneladas de CO2 y 1480 hm3 de agua desperdiciada al año, respectivamente. La pérdida de suelo para la producción de estos alimentos es otro de los impactos asociados, repercutiendo en la disminución de los recursos naturales disponibles y la pérdida de biodiversidad e integridad ecológica.